miércoles, 16 de marzo de 2011

Diálogo entre Filoelenos y Amartas

P.1- ¿Podrías acercarme la llave para que pueda ver las tardes?
P.2-Si, podría. ¿Porqué me preguntas si puedo si ya sabes que sí?
P.1-Por favor, ¿podrías acercarme la llave para que pueda ver las tardes?
P.2- Hazte mirar que enfermedad padeces, porque el agravarse te mutilaría.
P.1- ¡Sé solícito! Por favor, ¡acercame la llave para que pueda ver las tardes!
P.2-Las tardes, las tardes. Patan ruín. ¿Qué es lo que deseas ver si tiempo atrás quedaste ya ciego?
Tu cegera sobrevino al tiempo de pasiones desatadas, macabros propósitos y disipadas caminatas.
Encenagarte de iconos no te sirvió para nada, pues apilabas la Tarea que te fue encomendada.
Cuando comenzabas tus paseos sonreías las noches, te podías llamar el que cursaba periplos del abismo, quien no tenía miedo de que el tiempo se parara y te arrebatasen más horas pues con intesidad a estas colmabas. Eras un juvenil heraldo de magias, poesías y narraciones con las que de cuando en cuando me desavinagrabas las horas. Como si fuera hoy recuerdo tu sonrisa en calma, el espíritu de un joven que oidos prestaba a todo lo que el des-velar mereciese Tiempo o Espada. Sin sesgo te acercabas, existente cuestionante pues mil alegrías te granjeabas con el maullar del camello o el sílbido de las llamas. La primera parada iba a ser grata, pues atesorado de maravillas cargado marchabas, un conspicuo bagaje era del que hablar se te respetaba. Naturaleza, Lenguaje, Ideas. Pero tu sabes bien que ocurrió, conoces tu intra-historia para poder cantarla, al son de travesuras o tambores, o al son podría haber sido incluso del ritmo de los Doctores.
Parástete entonces. La corriente te reclamaba, los días seguían, las flores erguidas continuaban bajo la divina Tutela, su germinar de olores. Zumbidos habían aleteado por doquier buscando tu cara, pues qué fauno faltaba para seguir la danza. ¡Tú!
Ah claro, pero es que quizas Tú ya no eras Tú, y ellos no serían ellos para ti. ¡Caprichosas veleidades! Como recuerdo sus llantos. Congregados los tenías, todo la fauna arborea, míticos seres alados e incluso a los Céfiros de porcelana por la Divina acompañados. Cuanto amor ultrajado se me obligo a ver aquella noche a los pies del ingénito director del Rayo. Las lágrimas de Baco ahogaban en aludes de barro a aquellas pobres gentes que otrora soñaron, viéndote bailar con tu flauta extasiado.
¿Como pudo ser aquello? ¿Tan perverso es el Hado? ¿El destino pergeña brutales carencias de Razón, poesía y todo lo que el Espíritu anhela oir construido por manantiales de estaño?
No. Fuiste Tú. No cabe lugar para el dubitar. Insalvable veredicto sobre ti recae porque;
¡ERAS FAUNO! Sátiro incólume apasionado. Tragando días, lunas y amores como si de segundos hablásemos. Era tal fuerza inquebrantable la que ungía tu Ser que ni los peores augurios minaban tus actos. Dime aunque sepa, ¿cuál fue la fuerza que el detener sostuvo tu Ser en pausa, arrebatado allendé, donde no existe lo Humano?
P.1-Hermano, ¿porqué eres tan cruel conmigo?
P.2-¿Cruel? Inmisericorde me llamas cuando soy el único capaz de retornarte la imagen de tu época dorada. Quien solo tiene la llave del pasado para que te vuelvas a pensar como el sátiro que poetizaba con ritmos gongóricos y tragedias nietzscheanas.
P.1-Hermano, ¿eso significa que me acercarás la llave para que pueda ver las tardes?
P.2-(Aguarda unos segundos en silencio, con expresión abatida y desfigurada). Toma, la llave de las tardes, ve con ellas sin esperar más al que Aguarda, pues quizás la Angustia convino, que nuestro camino Dios separara...

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