jueves, 24 de marzo de 2011

Esencia

Auxilios, sois auxilios que me habéis hilvanado con vuestro delicado acontecer. Un suspiro solo, se exige provocar ante vuestro paso por mis ojos, pues mi espíritu alegremente recorreis.
Qué bella postura incidís en este espacio presente que compartimos ficticiamente nosotros dos.
Me procuras la vista de un estrellado cielo, ¡hermosa noche!, ¡hermosa tarde!. Cómo mereces el bautismo primavéreo con el que estelas dibujas. Sin pregunta posible me afirmas las liturgias requeridas por tu tan bello aparecer. ¿Cómo puede ser? En verdad solo ha sido un gesto ¿Sólo un gesto? ¿Cómo me he atrevido a arrojar El Gesto? Si son los gestos aquellos quienes protagonizan las rutas de la Historia. Son tus gestos o los mios los que señalan el compás al que el Universo someterse debe. En efecto somos tiranos, pero nuestra dictadura se escapa ante la mirada al Dios supremo, idealidad trascendental o realidad objetiva, abrigo mudo o castigo sordo, eso ahora no importa. Ahora solo prescribe las lineas que dibujas. Te me has impuesto, aniquilandome como esencia, forjandome diviso.

Fresca, me calmas el espanto de vivir sin Dios que me labre. Hic et nunc, tu mereces mi espacio pensativo; carga positiva de coeficiente negativo, carga negativa de coeficiente positivo. Arrecife libre donde prezo cómodo" Tu acontecer me ofrece las cálidas voces de un natural relato. Alabado sea Dios, sea siempre bendito y alabado, generosa su divina señoría, esa que contigo un estar sereno me ha dado.

No tienes faz solo espíritu. Realidad interior que em emana sublimes divinidades. Te marchas, veo apagarse las sombras que no eran antes. Gracias por visitarme, pues desde tiempo La vida es sombra...
Y la sombra no esencia pues vela lo de suyo, lo de mío, sombra negra, sombra gris, sombra muerta, sombra húmeda, sombra ciega, sombra lúgubre, sombra atea. La sombra que frusta mi natural esencia.
La esencia que fue solo contigo, Elena

jueves, 17 de marzo de 2011

¿Título?

Suele ocurrir u ocurrirte que en medio del trasiego existencial en el que se nos embarca, alguna vez que otra pero no muy de vez en cuando, emerja impertinente alguna pregunta que otra. No adviene anunciado, ni tiene demasiado espacio en nuestros cavilares. Acontece inesperada al estilo de una visita muchas veces tediosa; conocido, amigo o compañero que no ha podido resistirse a valerse de tus altruistas dares. Pero esta inoportuna visita mental no exige de ninguna clase de virtud erogatoria ni mundana. Su presencia puede ser advertida al derivarse tu natural recorrido diario, constituyendo un nuevo proceder. Es ese preciso momento bajo la pesada luz del recibidor dirigiendote a abrir la puerta, ese momento que atraviesas inconsciente cotidianamente sin mayor transcendencia que el ruido que haces al cerrar la seguridad de tu morada. Empero es en ese rutinario desarrollarse cuando abrumado te asombras de lo que acaba de representársete.
No tendrías más que haber extendido el brazo, asir el pomo y tirar sin demasiada energía. Pulsar el botón del ascensor, traspasar los metros del portal, mover la manivela, recomponerte tras el primer impacto del gélido estar-del mundo en tu cara, acudir a la boca de metro, pasar el ticket, apresurar tu paso, estrecharte entre mil y un brazos humanos, respirar con tranquilidad aunque el ambiente estuviese cargado, bajar en la estación acostumbrada, subir las escaleras con todos tus hermanos de existencia hacia la pureza del exterior, efectuar un mecánico movimiento con tus extremidades inferiores y ahí estarías. Finalmente sentado en tu oficina oyendo fluir la agitada mañana de tráfico, en la que esos otros colman su tan conocido viaje diario hacia la aventura, en la gran pista de atletismo. Sus caras muestran el asombro que este acontecer les produce, escrutan fascinados cada parcela recorrida, y reconocen las pisadas de las suelas de sus zapatos. Fijate, uno se ha parado a contemplar la huella de sus antiguas zapatillas del colegio, parece ser que añora esas zapatillas porque no es frecuente que nadie se detenga en tan ordenado recorrido. Es curioso, ¿qué estará pensando ese hombre? ¿Acaso hay algo por lo que valga la pena parar a deleitarse? Natural es que en tal recorrido muchos se asombren, siempre que el Tiempo y la Saciedad acompañen. Suelen hablar entre ellos y hasta incluso apasionarse por las lineas que separan la pista o por la forma que ésta misma tiene.
Pero, ¿porque corren todos a la misma meta? ¿Porque corren? ¿Porqué tienen meta?
Bueno, quien somos nosotros para perturbarles la metne a todas esas gentes, así que retomemos nuestra singular visita mental.
Creo que todos nos hemos representado lo que es una rutina. Es en esa rutina donde se nos presenta la Pregunta que acucia, que exige. La pregunta se nos puede formular a apartir de muchas y distintas formas...Hace poco tiempo hubo una que me paralizó por un buen rato, reclamandome un espacio en el Tiempo que me da Ser. ¿Porqué no...?

miércoles, 16 de marzo de 2011

Diálogo entre Filoelenos y Amartas

P.1- ¿Podrías acercarme la llave para que pueda ver las tardes?
P.2-Si, podría. ¿Porqué me preguntas si puedo si ya sabes que sí?
P.1-Por favor, ¿podrías acercarme la llave para que pueda ver las tardes?
P.2- Hazte mirar que enfermedad padeces, porque el agravarse te mutilaría.
P.1- ¡Sé solícito! Por favor, ¡acercame la llave para que pueda ver las tardes!
P.2-Las tardes, las tardes. Patan ruín. ¿Qué es lo que deseas ver si tiempo atrás quedaste ya ciego?
Tu cegera sobrevino al tiempo de pasiones desatadas, macabros propósitos y disipadas caminatas.
Encenagarte de iconos no te sirvió para nada, pues apilabas la Tarea que te fue encomendada.
Cuando comenzabas tus paseos sonreías las noches, te podías llamar el que cursaba periplos del abismo, quien no tenía miedo de que el tiempo se parara y te arrebatasen más horas pues con intesidad a estas colmabas. Eras un juvenil heraldo de magias, poesías y narraciones con las que de cuando en cuando me desavinagrabas las horas. Como si fuera hoy recuerdo tu sonrisa en calma, el espíritu de un joven que oidos prestaba a todo lo que el des-velar mereciese Tiempo o Espada. Sin sesgo te acercabas, existente cuestionante pues mil alegrías te granjeabas con el maullar del camello o el sílbido de las llamas. La primera parada iba a ser grata, pues atesorado de maravillas cargado marchabas, un conspicuo bagaje era del que hablar se te respetaba. Naturaleza, Lenguaje, Ideas. Pero tu sabes bien que ocurrió, conoces tu intra-historia para poder cantarla, al son de travesuras o tambores, o al son podría haber sido incluso del ritmo de los Doctores.
Parástete entonces. La corriente te reclamaba, los días seguían, las flores erguidas continuaban bajo la divina Tutela, su germinar de olores. Zumbidos habían aleteado por doquier buscando tu cara, pues qué fauno faltaba para seguir la danza. ¡Tú!
Ah claro, pero es que quizas Tú ya no eras Tú, y ellos no serían ellos para ti. ¡Caprichosas veleidades! Como recuerdo sus llantos. Congregados los tenías, todo la fauna arborea, míticos seres alados e incluso a los Céfiros de porcelana por la Divina acompañados. Cuanto amor ultrajado se me obligo a ver aquella noche a los pies del ingénito director del Rayo. Las lágrimas de Baco ahogaban en aludes de barro a aquellas pobres gentes que otrora soñaron, viéndote bailar con tu flauta extasiado.
¿Como pudo ser aquello? ¿Tan perverso es el Hado? ¿El destino pergeña brutales carencias de Razón, poesía y todo lo que el Espíritu anhela oir construido por manantiales de estaño?
No. Fuiste Tú. No cabe lugar para el dubitar. Insalvable veredicto sobre ti recae porque;
¡ERAS FAUNO! Sátiro incólume apasionado. Tragando días, lunas y amores como si de segundos hablásemos. Era tal fuerza inquebrantable la que ungía tu Ser que ni los peores augurios minaban tus actos. Dime aunque sepa, ¿cuál fue la fuerza que el detener sostuvo tu Ser en pausa, arrebatado allendé, donde no existe lo Humano?
P.1-Hermano, ¿porqué eres tan cruel conmigo?
P.2-¿Cruel? Inmisericorde me llamas cuando soy el único capaz de retornarte la imagen de tu época dorada. Quien solo tiene la llave del pasado para que te vuelvas a pensar como el sátiro que poetizaba con ritmos gongóricos y tragedias nietzscheanas.
P.1-Hermano, ¿eso significa que me acercarás la llave para que pueda ver las tardes?
P.2-(Aguarda unos segundos en silencio, con expresión abatida y desfigurada). Toma, la llave de las tardes, ve con ellas sin esperar más al que Aguarda, pues quizás la Angustia convino, que nuestro camino Dios separara...

domingo, 6 de marzo de 2011

Combate solitario

Cuando ayer compartimos el lecho cansado, besos, abrazos, orgasmos, Tiempo... ¿qué quería el destino decirnos con eso? ¿Merece la pena pensarse en aquel momento?
Derrocar la última muralla del pudor, malgastar las ideas en carne muerta, cuando mi juramento es solo para ella. ¡Y tu me hiciste profanar su huella!
Soy el arrullo de un Silencio que grave te pesa, soy la nefasta hora de cargada tristeza, pues ahora pagaremos TU y YO por lo que mancillamos. Nada más, nada menos, que el recuerdo de Elena.
Me retiro iracundo, violento, porque es solo a Élla, a Élla, a quien mis pensamientos pertenecen, mis oidos escuchan, mi Verdad se desvela. Son para sus tibios andares de gleba, para sus risas péculas, para sus vídrios desenfocados que nunca aciertan. ¿Qué más decir? Si, que soy de, por y para Élla.
Véte, Véte, Véte odioso fantasma y dejame en tierra. ¡No quiero volar, no quiero reir, no quiero jugar!

¡MI VOLUNTAD ES EL DEBER QUE EN LA IDEA DE ELENA LEGITIMAMENTE DETENTA!