lunes, 29 de noviembre de 2010

Elena H. Opus ignotum.

Seguro agujero de inmundo jaleo
carril de hediondas carroñas
Detenme al disparo del vetusto arcabuz
que frene mi espanto acedo, tan gris.

Confiero gruñiente en magma terreo
insuperable término agónico existencial
Corrigeme, si es equivÓco
pero tardas en venir

Desgrano la hora, en mil y un corpúsculos.
Todavía no estas aquí.
Cae la noche brusca
no hay espacio donde decir:
¿Por qué? ¿Qué hice para merecer un engaño así?

¿Acaso no tejí siendo ciego?
¿No tuviste suficiente jazmin?
!Acaso no transmuté en hidalgo sirviente
con el solo fin de procurarte
egregio Amor, carente de fin!

!Sediciosa Realidad, engañosa y truculenta¡
!No permitiré que de nuevo, solo y reo,
me desampares como aquella noche de Febrero
aun latente hoy en mí!

Mas, no niego, es más, Confieso:
Que te amo Elena, que te amo.
Pero cada vez que te encuentro
mi piel arrancas, mi Ser marchitas
y sin piedad me obligas , a ponerMe fin...

2 comentarios:

  1. Una condena de sótanos del XVII, suplicio estridente. Ratas: abajo. Pisadas, humanas: arriba.
    Putrefacta en medio la madera.
    Aquí no juega Caravaggio, sótano del muerto fotón de puerta.
    Cucarachas.
    Ya no se está ciego, ya no hay telar, y pupilas más abiertas no pueden, ¡dilatadas!, no hay luz, ver quieres.

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  2. Pero si a ti no te gustaba la poesía, ¿no eras tú quien decía que eso no era real ni puro, que era un espejismo de la realidad y que la narrativa, que tu tanto idolatrabas, era el medio autentico para expresar un sentimiento?

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