sábado, 4 de abril de 2009

El Bramido del podenco
Decia un conocido que el tiempo es un espacio psicologico, ergo un camino debe de ser a su vez unica y llanamente ese trayecto que recorre nuestra pisque mientras nuestras aletargadas piernas se mueven en un baiven incesante hasta llegar al punto B. Sin embargo muchas veces el problema es que nuestra psique no encuentra el punto B, discurriendo atemporalmente en ese famoso espacio psicologico y nuestro cuerpo es extenuado hasta morir. Ahora nos preguntamos ,si todavia seguimos atentos cual pupilos enfrascados en una insigne leccion, ¿QUE ES EL PUNTO B?
Y me apena el deber de responderos que podemos contenstar a esta cuestion de mil maneras distinas, sin embargo todas parten de la misma premisa. El punto B sea supuesto o no, podriamos afirmar que es entendido como el objetivo ultimo de todo ser humano , esto es su fin su proposito PERO en comunion a su naturaleza. Y aqui es donde nace el germen de la disyuntiva.
Ahora me remitire a narrar la famosa historia del impio podenco que jamas pudo pacer a gusto , y separo A GUSTO por una razon que al igual que el parrafo anterior si estais interesados en como sigue contactad conmigo y hacedmelo saber.
Erase una vez que se era existio un poderoso y bravo rocin de una noble familia de caballos encargados de tirar de los carruajes de los principes de la Iglesia unicamente.Al igual que la guardia suiza fue encargada de velar por la seguridad de los eclesiasticos vaticanos. Pues bien este noble animal ya crecido y bien dotado al igual que a sus congeneres y coetanos de las caballerizas se les recluto nunca mejor dicho para esta singular labor. Sin embargo tras largos años de severa y estricta disciplina cuando tuvo que llevar el carruaje negose. Fue apartado de los que en un dia fueron sus amigos y camaradas para llevar una vida de desesperada y triste amargura. Este bravo podenco acabo con su vida al irrumpir a voluntad en una via de tren.
Algunos pasajeros sostuvieron la declaracion de que segundos antes del impacto , presumieron oir un insolito y descarnado alarido que los sobrecogio anegando el aire de tristeza, al cual denominaron como EL BRAMIDO DEL PODENCO

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