miércoles, 9 de noviembre de 2011

Elena

Confinado al ser de tu esencia. Como tuyo, no más que ando en cada de ellos, tus destellos, que hace tiempo eran míos porque como parte, colmaba éstos. Como perplejo somormujo me abandono al río que son tus ojos, viandantes. Me conduces, hacia muerte más que segura, pulida y límpida tragedia, me asesinas por tus poros, pues vas a pedir muerte a pena. Que soy tuyo Elena, que soy tuyo. Que la hora de la hora es la horca agorera.
Vendrán los tiempos donde el ser que tu guardabas se olvide y no haya pena. Pero por mi ser que en si mismo serea, juro a Dios que es lo más alto, conservarte he de deber hasta que mi último conato posea, y todo cuanto fuimos un Tu y un Yo, en la Morada del Olvido ya que guardar se tenga.

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