martes, 3 de mayo de 2011

Purgón

Soñaría contigo, circunvalando las palabras. Transito taciturno, soy en el silencio, cuando a veces me despierto y descubro lo que llaman ser presente. Delirio, camino tranquilo y es somnoliencia tu oido en mi mente. Pero ¡cuanto te evoco y extraño!
Has muerto, tuve que enterrarte en fiesta. Todo el pueblo coreaba vida, mientras solo y triste te portaba como costalero abatido hacia tu temprano sepulcro. Recuerdo que mis lagrimas ahogaban los segundos, y las calles a plena luz del día, que por el mismo aluvión del llanto, desaparecían.
Comienzo de un llanto infinito, que tambien respira acallado con la mascara de la ironía.
Pedazos , en mil pedazos te recomponía sin tardar segundos en olvidarte de nuevo. ¿Qué podía hacer yo ahora? Los dos fuimos traicionados. Yo lloraba a una chica muerta, presa del pasado. ¡Elena! ¡Elena! ¡Elena! ¿Donde estas, Elena?
A lo lejos otra se reía, caminaba acompañada por orejudos burros pueblerinos que con sus rebuznos, gozaba distraida. Tenía la Materia de ti Elena (hoy sagrada Idea), pero jamás tu Forma. Tu Forma ahora solo era débil recuerdo de mi torpe memoria. Forma aurea de puro Amor. Ser ojo obediente para aprehender tu Belleza fue más que motivo de orgullo y gloria. ¡Oh tu, Elena! Yo te conservo en recuerdo con tus ejercicios de la Academia, Piscina o paternales horas de vuelta. No me importa ser solo el que sepa que guardabas un tesoro, el tesoro de tu esencia.
Triste trueque cometiste vendiendola, a cambio de besos muertos en tu piel sedosa, de la que luego tuviste que deshacerte por cometer el pecado contra tu honra.

Marchandose estaban ya, los burros con la chica tonta que perezosa los acariciaba cuando ellos molestamente, en ruido insoportable por rebuznos, sus patas movían.

La escena era dolorosa, ya estaba completamente solo. Lloraba amargamente la futura carencia de mi diosa. La que había sido principio y final de mi historia. La que gustaba definirla: Ardilla majestuosa. Comenzó a llover y el cielo tornó en negro, acomodando la escena a tan funesta hora. ¡Jamás sería Elena! Aquella feliz niña que por mi amor viviría sola, que pelearía con todos los que detentasen mi figura, la que tierna y dulce me abrazaría cuando adviniera el reino de las sombras. Ésa, ya no existía.

Fue entonces cuando iracundo me erguí bramando: ¡A LA IDEA ME CONSAGRO! Jamás vagarás sola por el reino de lo que no se nombra. Mi voto a ti es dado. A la que vivió antes de su muerte el 7 de marzo, noche de sabado traumática, purgón hiriente por aquel cabrón bastardo, a esa me declaro siervo, pues todavía vive en mi recuerdo, y aunque muerta se halle sin posibilidad de volver a la vida, jamás abandonaré su historia que tambien es la mía.
¡SEMPER FIDELIS!

1 comentario:

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