miércoles, 14 de julio de 2010

Reflexion

Obviando mi instinto natural de repulsa hacia la escritura de mis pobres pensamientos y asi desperdiciar tinta y papel, ahora me confio a estas hojas con la sencilla y unica finalidad de reflejar que es lo que esta mañana mientras transitaba ocupado por las calurosas y agobiantes calles de Murcia, vino a mi mente.
He de admitir que andaba algo ensimismado pero atento a la misma vez cuando me dirigia a poner fin a uno de mis recados matinales, rumiando ciertos asuntos en mi cerebral mundo de las ideas. Entre ellos destacaba mi cercana aventura al pais vecino, si en efecto, Francia. Lugar ya visitado años atras, pero era epoca bien distinta y con un bagaje considerablemente inferior, lo cual no me posibilito articular aquel pais en mi psyché de la manera que pretendo hacer en este viaje.

Pues bien, al recordar una vez mas como en dias anteriores que iba a este viaje con un numero considerable de desconocidos y predominantemente feminas, sobrevinieronme los arcanos y ya inconscientemente olvidados sentimientos hacia las mismas, me refiero a la mujer en general. Meses atras he andado despotricando contra el genero femenino de la manera mas infantil y odiosa, incapaz de detenerme a desmadejar la nebulosa causal de mi comportamiento. Pero ha sido hoy, sin ningun arduo batallar dialectico o intelectual, justo al dejar atras la tienda china con su caracteristica aurea funebre y deprimente, con los ojos fijos en la callejuela angosta y negruzca por los años, en ese instante sucedio.

Sin detenerme en mis pasos, dilucide cual podria ser la verdadera causa de la desfundamentacion y equívoco de la misoginia. La repulsa a la mujer, ese odio voraz y cegador hacia el sexo femenino parte de una premisa o de un supuesto que en si mismo es contradictorio. Este no es otro que el hecho de concebir o considerar al genero femenino como una finalidad no ajena, o por lo menos el "tenerla" como necesaria o basal.

La mujer no es un ser vil y malvado por serle "infiel" a un hombre o por desear fornicar con un hombre cada dia hasta la misma extincion. No se puede hablar de mujer perversa o definirla como desierto sentimental, ni tampoco se le puede diagnosticar una frigidez emotiva. El hacerlo asi demuestra una completa y mas que apreciable carencia de auto-conciencia, de auto-posesion-del-si-mismo o por lo menos una notable perdida del yo, el cual es incapaz de aprehenderse faltando a esa maxima griega que luego se traducira al latin como "gnsoce te ipsum" (conocete a ti mismo).
Esa incapacidad de visualizarse, si no es en la difuminacion de ella (entendiendo el "ella" como el genero femenino en su totalidad"). En definitiva los innumerables desamores y "traiciones" conyugales no son mas que un fruto putrido y viscoso germinado de una creencia erronea. La creencia de que la mujer se encuentra en esta espacio-temporalidad para permanecer "sine die" con un varon, y no necesariamente en la estructura del martrimonio, aun siendo al libre albedrio es "de conciencia popular" (como decia Aristoteles), que una mujer en su vida ha de entablar un "contacto" prolongado afectivo-sexual con el hombre antes o despues. Y por supuesto de la misma forma que lo hara el varon, ella "tiene" que dotarlo de esa plenitud sentimental y "hacerle feliz".

Para finalizar quede reseñado que esta concepcion atenta y dinamita un derecho que por esencia nos es propio; la mismidad, la auto-posesion. Aqui se encuentra un intento de demostracion racional (siempre que se admitan las categorias de las que nos hemso servido) por el cual el odio hacia las mujeres o hacia los hombres por causas amorosas o emotivas quda deslegitimado.

Parafraseando a ese grupo alternativo español que todos conocemos: "Nos os caseis, no os caseis, vamonos a tomar algo"




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