Dame las ideas de los días, de los días que nunca volverán.
Dame los conceptos que aprehendían tus segundos en mis segundos sin final.
Dame lo que nunca hubo para nuestras pupilas, oidos y encabezas,
dame lo que solo estuvo en mis llantos, tus gemidos, nuestro amar.
Dame aquellos días sin perdirlos pues son míos, damelos para que con ellos
recordarte pueda solo y digo solo, un día más.
Hemonos alejado, el juvenil despertar ríe ido en la aventura del olvido de mi historia en tu nogal.
Contemplo mi camino, sinuoso oscuro abismo, sin candil que legitime abrirme
un haz de inmediato alivio como el de los pecados al confesar.
¡YA HAN CORRIDO, YA HAN CORRIDO! Los sueños y alegrías infantiles...
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